Una espontaneidad informal deconstructora de palabras,
movimientos, situaciones y sonidos nos convoca racionalmente e instintivamente
a rechazar aquellos que pretendiendo hacer las cosas por arte o comercio no
paran de mirarse el ombligo. Y unidos a esa llamada escupiremos sobre toda
élite y vanguardia artística por underground que sea, que pues es el mas bello
poema el que nos comunican aquellos que se resisten a los poderosos, sus dineros
y ejércitos de uniformados con el orgullo de los humildes y el lienzo de sus
pasamontañas. Nosotras otras humildes con nuestros juegos de palabras y
buscadoras de las más entretenidas magias decidimos agruparnos nuestras artes y
actos, pues en si somos simples precarios de un reciclaje cognitivo.
Y como hijos de una ciudad donde la revuelta que se esculpe
con las llamas centenarias del anárquico mediterráneo podríamos intentar que a
partir de este experimento se profundice una colectiva confidencia y el escenario
se convierta en la unión de la palabra intima y el grito común, de los que no
queremos pedestales para nadie. Donde el lenguaje, el gesto y el canto sea un
colectivo hervidero donde intervienen los iguales.
Pues nosotras gentes de abajo no somos ni buenos, ni malos artistas:
solo necesitamos decir lo que se vive y lo debemos hacer por nosotros mismos y
cada aullido cuando pertenece a todas las manadas que juntas hacen temblar a
los saqueadores de la tierra.
Nos gusta que nos
aplaudan, silben. Gustar y no gustar, hacerlo bien y hacelo mal, rectificar y
volverlo hacer… Pero el Arte ha muerto, y los artistas decoran la vida del
Poder, de la Mercancía y su Urbanismo desde ya hace ya hace generaciones, buscan
como famélicos perros los restos de una exposición o la compra de un
acaudalado. Esperan la subvención y acaban montando tienda, negocio o
funcionariado. A otros, envejecidos y rejuvenecidos en constante gozo y
sufrimiento solo nos queda el arte como lucha, sin pretensiones mas que el
individual estar a gusto y el colectivo
compartir la libertad (en minúsculas) de la creación en el momento de en que
por las mentes se desplaza. Y la
necesidad de palabra y lápiz, de computadora y locura hacen de la unión sintáctica
de cada frase un revolver que dispara.
Despreciamos la belleza por insincera, la hipócrita sonrisa,
y la vacía admiración. Hacer arder las calles en revuelta es un arte. Como liberar
espacios y tiempos es nuestro urbanismo resistente que intenta vencer al
imperio de la mercancía, superar la creencia ciega económica, y los pedestales tontamente deseado por los
poderosos de vivas ideas castrados… Es entonces cuando decimos más allá de toda
trivialidad.
¿Por qué lo llaman violencia cuando es arte?
José Suñe López
Durante demasiado tiempo
hemos vivido por debajo de nuestras posibilidades. El pacto de
silencio y el dinero (abundantemente repartido en premios, becas y
concursos, o a través del otro ministerio de cultura, la SGAE) nos
han convertido en perros amaestrados, incapaces de ladrar a nuestro
amo, anhelantes de que nos rasquen entre las orejas, y nos den de
comer, en lujosos platos dorados...
Toda aquella no afecta al
régimen ha sido suprimida (ya se sabe, aquí, el que gana se lo
lleva todo), pero también la vida, la inteligencia, o la belleza han
desaparecido con la mercantilización del arte, la poderosa
corta-césped del pensamiento único, y su adelantada versión
autóctona, la llamada Cultura de la Transición.
Y,
sin embargo, la vida y el arte brotan en cada esquina, ajenas a las
premisas del mercado, a los intereses de las clases dominantes, al
aborregamiento endémico de la población, como matojos obstinados
que hienden el asfalto o se multiplican, en los intersticios de los
muros.
Y una
vez más, desandamos el viejo camino y descendemos (o nos elevamos)
hasta las plazas, y nos mezclamos entre la gente (puesto que no somos
sino gente), y lanzamos nuestros versos al tiempo que abrimos los
micrófonos y recobramos el diálogo.
“Una
mañana, después de un sueño intranquilo, Gregor Samsa despertó
convertido en un monstruoso insecto...” Y el arte vuelve a tener
pesadillas, y a nombrar a los verdugos, tal como ocurre en la vida,
no amputada y libre...
José
Icaria
Hola!!
ResponderEliminar¿cómo os organizáis? ¿os juntáis o funcionáis vía nube?
¿es posible arrejuntarse y participar con vosotros?
Un abrazo!
jsaleche@gmail.com